miércoles, 11 de julio de 2012

Grazas por todo, Galiza!

Estimada zagalada, han pasado casi tres meses desde mi anterior artículo. Y muchas desventuras han acaecido en todo este tiempo.

Me he propuesto escribir con más frecuencia en el blog. Pero lo cierto es que, en esta ocasión, las circunstancias no han hecho posible escribir antes. Una mudanza, nuevas responsabilidades laborales y el calor malacitano han dificultado mi labor.

El título da bastantes pistas de por donde van a ir los tiros en esta entrada.

¡Qué raro hacen el tostón en el norte!


Que pretende ser una simple muestra de agradecimiento a las gentes de una tierra que me acogió en estos 6 meses con los brazos abiertos. Aunque no es una entrada demasiado extensa he de admitir que no me ha resultado fácil escribirla. Los recuerdos se agolpan y el intento de plasmar todo lo que uno tiene en la cabeza  no siempre resulta fácil.




Hace poco menos de un año escribí una entrada titulada 'Tack sa mycket, FC Växjö'  en lo que fue un pequeño repaso a mi peculiar experiencia en el fútbol sueco y una muestra de gratitud al club que me dio la oportunidad de disfrutar de mi pasión en un país tan diferente como Suecia.

En esta ocasión la historia se repite. Y al igual que mi estancia en Suecia, sabía que mi periplo en Galicia tenía fecha de caducidad. Pese a ser consciente de ello, no resultó ni mucho menos fácil partir. Trasladarse a una ciudad tan atractiva como Málaga dista mucho de ser un drama. Pero he de reconocer que, engañándome a mi mismo, tenía la ilusión de permanecer en tierras gallegas por más tiempo.

Ese pensamiento no tenía ningún fundamento lógico. Nada hacía indicar que mi futuro a medio plazo fuera a estar en Galicia. Pero soñar era gratis. Los comienzos nunca son fáciles, y eso que ni me lo pensé dos veces a la hora de partir a Pontevedra, de ahí que aprecie el haber conseguido sentirme tan integrado en la siempre hospitalaria Galicia.




Los últimos días en Pontevedra fueron tremendamente gratos. El trato que recibí por parte de compañeros y amigos superó incluso las expectativas más optimistas. Siempre noté el cariño y la ayuda de mucha gente en el hipermercado, pero en esas últimas jornadas fue difícil contener la emoción.

No obstante sería mentir si dijera que no he sentido en ocasiones cierta sensación de desarraigo y desconcierto en Pontevedra.  Demasiados cambios en mi día a día en tan sólo seis meses y, por qué no decirlo, a veces los nervios o el estrés pasaban factura. Había días que uno se planteaba qué pintaba por allí. Pero tuve la fortuna de contar con gente que siempre tuvo una palabra o un gesto cuando lo necesitaba.

No me gusta personalizar cuando doy las gracias desde aquí. Principalmente porque siempre corro el riesgo de dejar sin mención a gente a la que también tengo mucho que agradecerle. Pero, sinceramente, creo que no sería justo si no hiciera especial mención a dos personas que desde el principio estuvieron a mi lado.

En mi paso por Pontevedra no sólo tuve la fortuna de contar con un formador, también encontré un gran amigo. El bueno de Josín, aunque el nunca lo admitirá, siempre soñó con tener el clásico hermano pequeño un tanto atolondrado al que curtir. No tuvo esa suerte, pero el destino le compensó dándole un Stagiaire (un aprendiz, vamos) al que formar. Josín no es sólo un trabajador incansable, es también una excelente persona que procuró apreciar siempre mis 'supuestas' virtudes y aceptar los numerosos defectos que atesoro. Incluso en los momentos en que estaba más apurado el siempre insistió en que allá donde fuera haría una gran labor. Sinceramente espero no defraudarle.

¡Las tornas han cambiado! ¡Los gañanes toman el control!


¿Y qué decir del bueno de Pablo? Compañero de desventuras y peripecias por Pontevedra, Marín y alrededores. Un gran paisano asturiano que me dio sabios consejos no sólo a nivel laboral sino también en lo personal. Conceptos que eran desconocidos para mí, como el 'fervinchu', el licor de café o el maravilloso mundo de los furanchos, los descubrí gracias a él. Pablete, ya lo sabes, aún nos quedan muchos furanchos por descubir.

Un servidor se fotografía con Pablo Zapico, asturiano ejemplar y mentor.



Cena sorpesa en la mítica villa de Marín (Cortesía de Pablo Zapico e Isabel Mosteiro). Una despedida legendaria para una etapa ya mítica.

El balance de mi etapa en Pontevedra no puede ser sino muy positivo. Cometí errores, y los seguiré cometiendo, tanto a nivel laboral como personal. Pero me fueron de enorme utilidad de cara al futuro. Y he conocido mucha, muchísima gente que vale la pena y que han logrado que me sintiera como en casa.


Gracias a ellos he conocido un poco mejor Pontevedra y lo que su noche me puede ofrecer: Carabás, Discoteca La Luna, el mítico Portas (también conocido como 'Cueva Gormiti') en Marín, Patrimonio. Nombres que siempre recordaré con cariño. Y cierta resaca....


¡Cenas en la Calle Ricardo Portela: peligro inminente!


Aún no tengo claro si mi marcha de Pontevedra fue en el momento menos deseado. A nivel personal estaba mejor que nunca, y la perspectiva de veranear en Galicia se me antojaba bastante apetecible. Pero, quién sabe, quizás hubiera sido más más doloroso despedirme más adelante y aún más arraigado.

Lo que sí sé es que Pontevedra y sus gentes han dejado el listón muy alto. Estoy convencido de que, aunque no exento de dificultades, mi paso por Málaga será más que fructífero. Empezar otra vez de cero, mayores responsabilidades... En definitiva, nuevos retos. Sigo sin tener claro hacía dónde quiero ir en la vida. Simplemente trato de seguir adelante y disfrutar del camino.
Ya se encargará el tiempo de ponerme, como a todo hijo de vecino, en mi sitio.


Y con eso me quedo, con que, con más ojeras y un pelín más viejuno, sigo caminando...


Grazas Galiza!

¡Un abrazo, nos vemos en los chiringuitos!

¡Ir a Cambados y encontrarse con el primo de Manute Bol no tiene precio!.

1 comentario:

  1. Qué bonito gonza!
    Piénsate seriamente el dejar el carrefour y dedicarte a la escritura!!
    weno, vete preparando la casa (y el espidifen) que en un par de días las hordas charras te van a arrasar el chiringito
    x cierto, sí que hacen raro el tostón sí...

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